La decisión de desconectar a un ser querido del soporte vital cuando el pronóstico es sombrío debe ser la decisión más difícil que una persona pueda tomar.
Cuando su esposa Jill cayó en coma, Ryan Finley se vio obligado a tomar esta decisión por ella.
Ryan la encontró inconsciente y sin poder respirar. Corrió hacia ella antes de que llegara el personal de emergencia e hizo todo lo posible para ayudarla a recuperar el conocimiento.
Practicó RCP y rezó a pesar de saber que las posibilidades de un resultado exitoso eran bajas.
El corazón de Jill estaba débil y su respiración era lenta, pero los paramédicos tenían la opción de reanimarla.
Fue rápidamente trasladada al Oklahoma Heart Hospital en un traje que redujo su temperatura corporal para minimizar el daño al cerebro privado de oxígeno. Tristemente, perdió el conocimiento y quedó en coma.
Ryan rezaba cada día. Sin embargo, las semanas se convirtieron en días y le informaron que Jill no tenía oportunidad; nunca perdió la esperanza. Luego, le preguntaron si consideraría permitir que el equipo médico desconectara el soporte vital.
Él escribió sobre ese día en su diario, y para decirlo suavemente, sus palabras son desgarradoras.
"Hoy podría ser el peor día de mi vida. Tengo que decidir si ella morirá", escribió Ryan.
Después de intentar imaginar la situación de Jill y concluir que ella no querría vivir así, llamó.
Jill todavía estaba presente cuando se apagó la máquina, y la familia se despidió. Estaba pasando por la "última manifestación", dijeron los médicos que no moriría inmediatamente.
Jill comenzó a deambular sin rumbo en ese momento exacto. Para sorpresa de su esposo, quien estaba pasando por mucho dolor, le dijo que la llevara a Ted's o Melting Pot, dos de sus restaurantes mexicanos favoritos.
A pesar de lo absurdo que parecía, Ryan estaba seguro de que su ser querido sobreviviría. Y tenía razón. Después de recuperarse de una cirugía cardíaca, Jill pudo respirar por sí misma.
Jill dijo que no recordaba nada sobre su período de inconsciencia pero experimentó dificultades con su memoria a corto plazo y para articular algunas expresiones.
Aparte de eso, estaba sana y lista para aprovechar la segunda oportunidad que Dios le había dado.
La pareja aprecia que su relación esté intacta y más fuerte que nunca en la memoria reciente. "Disfrutamos cada día, cada minuto y cada hora", dijo Jill. No lo hicimos antes, pero ahora las cosas se ven con más claridad.
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