El corazón de una madre se llena de emoción, anticipación y un poco de incertidumbre durante los nueve meses de embarazo. Los futuros padres siempre esperan la llegada de un bebé sano y feliz. Desafortunadamente, la vida no siempre sigue los planes.
Jennie Wilklow, de Highland, Nueva York, esperaba con ansias conocer a su hija. Jennie y su esposo se llenaron de alegría al abrazar a su nuevo bebé.
Habían tenido múltiples ecografías y revisiones médicas, todas sugiriendo un bebé sano.
Esta tranquilidad les daba paz mental, y no tenían idea de que su querida Anna nacería con una discapacidad que afectaría sus vidas para siempre.
Jennie tuvo una cesárea a las 34 semanas para dar a luz a Anna. Miró a los ojos de Anna cuando los médicos le colocaron al bebé en sus brazos y sintió una increíble sensación de amor.
Todo parecía estar bien con su querida niña. Sin embargo, cuando el esposo de Jennie la visitó, su comportamiento silencioso y ansioso le causó un escalofrío.
“El silencio de mi esposo me asustó”, Jennie le dijo a Cafe Mom. “Lo presioné por más información cuando el doctor salió de la habitación, y él se quedó ahí en estado de incredulidad”. Con el corazón apesadumbrado, él dijo, “Es malo”.
“Jennie”, dijo su esposo, “miré a sus ojos, y tiene el alma más hermosa”. Jennie no podía entender qué significaban esas palabras en ese momento. Sus pensamientos se aceleraban, preguntándose qué estaba mal.
Anna tenía ictiosis arlequín, un trastorno inusual caracterizado por la aparición de gruesas placas en forma de diamante separadas por grandes grietas. “Mientras intentaban desesperadamente ayudarla, su delicada piel se endureció en segundos tras el nacimiento”, explicó Jennie a Cafe Mom.
El endurecimiento fue seguido por severas grietas, dejándola con heridas abiertas por todo su cuerpo. A pesar de las preocupaciones de los médicos sobre la supervivencia de Anna, ella superó las probabilidades y prosperó. “Ella encarnaba la pura belleza”, declaró Jennie con orgullo.
Desafortunadamente, no hay tratamiento para la ictiosis arlequín. El tratamiento requiere un esfuerzo constante, incluyendo numerosas duchas y una completa hidratación de la piel. “La cubría con vaselina cada pocas horas y la bañaba durante horas.
Había imaginado todos los adorables atuendos que mi bebé usaría, y aunque parecía trivial, fue una de las cosas con las que más luché”, admitió Jennie.
Desarrolló una página de Instagram llamada “harlequin diva” y subió imágenes de Anna para crear conciencia sobre esta enfermedad. A través de sus publicaciones, arroja luz sobre los desafíos cotidianos y brinda una visión de la realidad de criar a un niño con ictiosis arlequín.
“Anna ganó el corazón de muchas personas porque encarna la perfección en su forma más pura”. Para ella, llevar a cabo estas responsabilidades regulares es algo natural. “El mundo celebra con nosotros cada nuevo hito”, Jennie le dijo a Cafe Mom.
Añadió, “Ahora me doy cuenta de que Anna me fue dada por mi amor por mi hija. Estábamos destinadas la una para la otra, y redefiniremos juntos la percepción del mundo sobre la verdadera belleza”.
Anna es hermosa tal como es, y es afortunada de tener padres que hacen todo lo posible para asegurar que tenga una vida plena.
Difundamos la historia de Anna compartiendo este artículo con nuestros seres queridos en Facebook. Juntos, podemos crear conciencia y celebrar la notable fortaleza y belleza que reside en cada individuo, independientemente de sus diferencias.